Fuente: Efekto10/ Ricardo Morales
Cualquiera que ahora se quiera hacer cargo del PRI en Puebla tiene que empezar prácticamente de cero.
Tendrá que comenzar a construir de la nada y sobre todo tratar de comenzar a refrescar a este instituto político, además de evitar caer en la tentación de utilizar al partido como plataforma para obtener un puesto de elección popular.
El nuevo dirigente estatal del PRI debe de comenzar por darle seriedad a este instituto político y ahí deberá de poner especial atención, el Comité Ejecutivo Nacional del “partidazo” en buscar que sea alguien respetado y no de caricatura.
Y es que desde que el PRI perdió las elecciones en el 2010, todos los que han fungido como presidentes de este partido, han sido figuras sin presencia, las cuales no provocan el más mínimo respeto por parte de sus correligionarios.
Alejandro Armenta Mier, quien fungió como presidente del Comité Directivo Estatal del PRI durante la derrota del 2010, dejó la dirigencia en manos de Juan Carlos Lastiri Quirós, quien en términos generales, se puede decir fue el último medianamente, buen representante del tricolor, sobre todo si se toma en cuenta las difíciles condiciones bajo las cuales tomó al tricolor.
Pero a partir de la salida de Lastiri todo se vino abajo, Fernando Morales Martínez, su sustituto, se entregó por completo al gobernador y convirtió al PRI en un apéndice del gobierno, el Revolucionario renunció a su papel de oposición, además de que el hijo del exgobernador no era respetado por nadie.
Lo mismos ocurrió con su sustituto, Pablo Fernández del Campo, quien llegó lleno de buenas intenciones, pero sin los tamaños, para ser la figura que el priismo necesitaba para poder enfrentar al morenovallismo y las primeras elecciones locales (2013) ya sin el poder de Casa Puebla.
Pablo terminó devorado, víctima de sus propios errores y también nunca gozo del respeto de sus compañeros, quienes lo veían como un improvisado en política, como el hijo político de Rafael Cañedo, el cual nunca creció y vivió siempre a la sombra del exempresario radiofónico.
Pero lo peor ocurrió cuando a la dirigencia del PRI arribó una mujer sin mayor merecimiento que el haber sido diputada federal por Ciudad Serdán, Ana Isabel Allende Cano, quien fue impulsada por el exgobernador Mario Marín, en su afán de querer hacerse nuevamente del control del tricolor.
Allende terminó por hundir al ya de por si alicaído priismo, descuido lo que aún quedaba de la antigua base del tricolor, se alejó de los medios de comunicación y solo operaba con uno, creyendo que con esto iba a poder competir de tú a tú con el morenovallismo.
El resultado electoral obtenido por el PRI en el 2015 en el proceso federal ocultó las carencias de Allende y el grave error que se cometió cuando la designaron dirigente estatal.
El PRI pagó caro en la persona de Jorge Estefan Chidiac todos los errores cometidos por sus antecesores, los cuales se sumaron a los propios del diputado federal, el cual es un genio financiero, pero ya demostró que como operador es bastante malo.
Lo que el PRI necesita es precisamente alguien que le de orden y que imponga respeto a todas sus tribus o de lo contrario se advierte una próxima desbandada de militantes, muchos de ellos ya listos para poder migrar a Morena.
En múltiples ocasiones he escuchado opiniones por parte de los militantes del tricolor que es necesaria la presencia de un delegado fuerte, algún exgobernador, que asuma el liderazgo del PRI, que imponga respeto y que venga a poner en orden al priismo poblano, considerado ya en Insurgente Norte como el más conflictivo del país.
Solo de esa forma el priismo podría reagruparse en Puebla, pero se ve difícil que esto acurra, el tricolor se ha trasformado en una serie de tribus, siempre dispuestas a ir a la guerra para destrozar al adversario y poder quedarse con el raquítico botín que se pueda.
Es una lástima que el PRI no se pueda reconstruir y abdique ya a su papel de ser el principal opositor en el estado, eso no es sano absolutamente para nadie.
Alejandro Armenta Mier Comité Directivo Estatal del PRI Juan Carlos Lastiri Quirós Pablo Fernández del Campo PRI
Last modified: 1 julio, 2016